Universitat Rovira i Virgili

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Diccionario de historia de la enseñanza del francés en España (siglos XVI-XX)

HIGIENE Y CUIDADO DEL CUERPO

Un estudio  diacrónico de los manuales de francés para extranjeros proporciona valiosas informaciones sobre la lengua enseñada a través de los siglos, su pronunciación, los escritores preferidos de los autores, la pedagogía empleada, pero también los manuales se convierten en documentos de interés sobre las ideologías de la época en que se redactan, porque reflejan la sociedad con sus costumbres, sus opiniones, sus creencias y convicciones. El contenido ideológico se transparenta a veces de forma manifiesta con textos cuidadosamente escogidos, con temas de conversación guiada, y otras veces de manera más solapada  con ejemplos orientados para ilustrar una regla gramatical. Los manuales de francés del siglo XIX y del principio del XX reflejan, en su mayoría, una preocupación por la salud, por la limpieza corporal y del entorno que prevendrá enfermedades. Preconizan unos hábitos sanos a lo largo del día, aconsejan una vestimenta adecuada, reservan varias páginas a consejos de alimentación y abordan los temas del tabaco y del alcohol. Estas preocupaciones aparecen en los manuales en el momento en que la medicina y la higiene se desarrollan en Europa. Se traduce al español el Traité élémentaire de chimie  de Lavoisier en 1798 que revolucionaría las ideas sobre la medicina.  Se mandan a Francia pensionados del Rey o de las Juntas de Comercio, para que estudien en París con los profesores Darcet, Vauquelin y Thénard. A su vuelta a España, estos pensionados enseñan a su vez modelos de comportamientos científicos, transmitiendo así  las nuevas ideas  investigadoras. Profesores franceses se trasladan a España, invitados por las Juntas de Comercio que les ofrecen un puesto de profesor (Louis Proust, François Chavaneau). Así se difunden los últimos avances en química y medicina. En la época de la Restauración de Fernando VII, esta transmisión sufre un declive con la cerrazón ante las corrientes culturales venidas de Francia y con el exilio de los afrancesados y liberales; pero poco a poco se van asimilando, a lo largo del siglo, los conocimientos científicos europeos, proyectando también España su propia labor investigadora.

Temas planteados en los manuales de francés:

Las consecuencias de estos avances científicos se dejan sentir en el campo de la educación. El gobierno no permanece  fuera de las inquietudes de la élite ilustrada. A partir de 1868 se introduce en los planes de estudios secundarios una asignatura llamada "Fisiología e higiene" El número de horas dedicadas a la fisiología fluctúa según los distintos planes y gobiernos, a veces son  materias opcionales y otras son obligatorias.  Se dan conferencias para sensibilizar al público,  se organizan congresos (Primer Congreso Catalán de Higiene en junio de 1906). El Dr Queraltó denuncia, en una conferencia en el Ateneo de Barcelona los prejuicios de la sociedad respecto al tema de la higiene y los errores cometidos por los padres y  educadores que inciden en la tasa de mortandad infantil. No sólo los manuales de la asignatura de Fisiología (obligatoria por Decreto de 26 de oct. de 1901) se hacen eco de estas preocupaciones, sino que los propios manuales para la enseñanza del francés como lengua extranjera las vienen a respaldar. Sales y Esteban, en 1889, recalca que el estudio del francés es imprescindible en una época en que dicho idioma se ha convertido en el lenguaje de la ciencia y que numerosos exploradores de las ciencias naturales y físicas tales como Pascal, Jussieu, Buffon, Lavoisier, Ampère, Laplace se estudian en España en versión española. Para un médico que quiera seguir las nuevas corrientes de la ciencia, es fundamental que pueda leer la Gaceta de los Hospitales de París y seguir las conferencias internacionales sobre medicina en lengua francesa.

Los avances de la medicina llaman la atención con el descubrimiento de la vacuna. En su manual publicado en París en 1827 (Dialogues classiques familiers et autres, à l'usage des étudiants des langues Française et Espagnole), Ch. Morand y C. Pla y Torres presentan en un diálogo titulado De la vaccine a una joven que se queja de no haber conocido  unos veinte años atrás los beneficios de la vacuna contra la viruela. Se quedó totalmente desfigurada y lo más grave, sigue soltera.  No ha perdido del todo la esperanza de casarse ya que declara que si un día tiene hijos, los vacunará a todos, escogiendo con mucho cuidado al cirujano. Un siglo más tarde, Gogorza señala que la vacuna, rechazada en un primer momento por prejuicios, ha penetrado en las costumbres y se practica en todos los pueblos civilizados (1914). Perrier (1939)  también reconoce que la vacuna preserva eficazmente de la viruela. Pero el caballo de batalla de todos los autores es el problema de la higiene. Gracias a ella, nos dice Gogorza (1914) conocemos los medios de conservar la salud ya que es una ciencia de observación y de sentido común. La limpieza corporal es primordial y debe ser enseñada no sólo por los padres que podrían tener parte en la solución del problema sanitario, sino también en clase por los profesores. Mirmán Contastín (1948) formula  una serie de preguntas, después de una lectura, sobre la opinión de los alumnos acerca del estudio de la higiene en el colegio, si es eficaz y si contribuye a mejorar la salud pública. Las preguntas invitan al alumno a reflexionar, a discutir, pero están planteadas de tal manera que la respuesta es evidente. El cuidado del cuerpo empieza por la limpieza de los órganos de los sentidos y aquí abundan los consejos. En primer lugar, al despertar, los ojos deben ser lavados con agua fría o tibia, siguen  las orejas, la cara, el cuello, las manos, los brazos,  el pecho y, "s'il est possible", los pies (Monreal Pagola, 1942). Este autor recomienda el baño y la ducha, así como Ribelles (1935) que presenta una lectura de Braeunig en la que se aconsejan los baños calientes en invierno, y los baños en el río en verano, quedándose en el agua unos veinte minutos si se sabe nadar, y si no, sólo cinco. El mejor momento para bañarse es por la mañana antes del desayuno, o por la noche, antes de la cena. Se explica la necesidad de los baños por la transpiración de la piel que puede ser muy visible bajo forma de sudor si se ha hecho ejercicio físico, pero que existe en todo ser humano. Con el aseo diario hacemos desaparecer el sudor y el polvo que obstruyen los poros. Estar limpio es un deber hacia nuestro propio cuerpo y también hacia el prójimo ya que la higiene  suprime los malos olores, es una muestra de respeto y cortesía para con los demás lavarse a diario. La higiene previene enfermedades, tal como nos indica una de las lecturas referidas a  enfermedades escolares : tiña, viruela, sarampión, escarlatina, difteria, tos ferina,  sarna, tuberculosis llamada tisis pulmonar (Guzmán Martínez, 1935). Monreal (1941) cita, en una extensa lista de vocabulario sobre salud e higiene, una mezcolanza de enfermedades: sarna, tos ferina, difteria, resfriado, pulmonía, estreñimiento, sabañones, sarampión, calambres, viruela, migraña. Entre los remedios que menciona: la sanguijuela, la purga y la sangría. También Sás Múrias menciona la purga, que hay que practicar a los niños de vez en cuando. Descuidar el aseo personal acarrea unas consecuencias desastrosas. Laverdure (1842) con bastante realismo, nos dice que los que no se lavan los ojos terminan por tener mala visión, los que no se limpian la boca ni los dientes adquieren un mal aliento, sus dientes se cubren de una suciedad amarillenta que poco a poco forma caries y hace que acaben cayendo. Perrier (s.a) da la palabra a un niño que se congratula de tener una buena dentición porque se lava con un buen dentífrico y va a consultar al dentista algunas veces. Los consejos de vida sana abarcan los hábitos de la vida cotidiana, en particular en lo referente al horario de levantarse y de acostarse. Los autores son unánimes: es mucho más sano madrugar y acostarse pronto por la noche que hacerlo al revés. El que duerme hasta muy tarde se levanta con la cabeza pesada y ganas de dormir más aún. Madrugar nos hace ganar tiempo, una hora diaria ganada sobre el sueño significa muchas horas al final del año. Siendo el sueño una especie de aniquilamiento, de muerte, el que se levanta temprano roba horas a la muerte (Laverdure, 1842). Mirmán no es tan categórico pero, con una pregunta, hace reflexionar a sus alumnos sobre lo que les parece más sano y razonable: madrugar y acostarse temprano, o levantarse tarde y tener que trasnochar, considerando el efecto de la luz artificial sobre los ojos, la salud en general y la economía (Mirmán Contastín, 1948). Otro punto considerado importante es la ventilación de las casas. El respirar aire puro previene la enfermedad, allí donde no entra el aire puro, entra el médico (Mirmán Contastín, 1940). Se insiste en la necesidad de pasar tiempo al aire libre: cada minuto pasado afuera representa un grado más en el barómetro vital del individuo (Mirmán, 1948). Ventilar la casa, sí, pero evitar las corrientes de aire que  son nefastas (Monreal Pagola, 1942). Perrier (1939) insiste también en que el aire puro es indispensable al hombre con varios ejemplos macabros de gente que se quedó encerrada en calas de barco, cárceles, sótanos y murió después de sufrimientos atroces. La preocupación por la higiene abarca también el cuidado de la ropa que no tiene que ser demasiado ceñida al cuerpo, así como los zapatos no deben apretar demasiado el pie, ya que así, nos dice Monreal Pagola (1941), evitaremos contraer tuberculosis pulmonar que es  una de las plagas de la humanidad y tener callos. Este autor nos da a continuación toda una serie de consejos: preferir el algodón que preserva más que la tela, usar un chaleco de franela, saludable para gente que suda excesivamente, no destaparse cuando se está sudando, utilizar calzado ancho y mantener los pies secos y calientes para evitar resfriados y dolores de garganta. Estos cuidados aportados a la higiene del vestir se justifican por la economía que supone puesto que los alimentos no sólo están destinados a alimentarnos, sino que producen energía animal y cuanto mejor esté vestido el cuerpo, más ahorro de alimentos se hace. Mirmán (1940: 106) insiste también sobre la adecuación de la ropa a la higiene y a las buenas costumbres, antes que a la moda, por eso no será demasiado ancha, porque no protegería bastante el cuerpo, ni demasiado estrecha, porque obstaculizarían la respiración y la digestión. En cuanto al calzado, Mirmán (1948) aprovecha una lectura anónima para hacer algunas preguntas al alumno: ¿Cuál es el calzado más higiénico, y el menos? ¿Cuál es el zapato más racional: el puntiagudo o el redondeado, por qué, y cuál llevas tú? Hace alusión a la costumbre china de deformar los pies de las chicas preguntando la opinión del alumno sobre dicha práctica. Y por último cuestiona el hecho de andar descalzo, que no le parece sano.

Los consejos de una alimentación adecuada son frecuentes en los manuales, no sólo se proponen algunos alimentos en lugar de otros, sino que se sugieren modos de prepararlos para que resulten más sanos. Los padres, como lo notaba el Dr Queralto, un médico de principios del s. XX, tienen un papel muy importante pero muchas veces ignoran por completo los principios de una alimentación bien equilibrada. Insistiendo en la educación de los niños y abordando estos temas no sólo en los manuales de fisiología e higiene, sino también en los demás manuales, se podrá llegar a algún cambio. Ugarte Blasco (1927) preconiza una alimentación variada que comprenda alimentos de origen vegetal y algunos de origen animal. El vegetarianismo es aconsejable para combatir algunas enfermedades como el artritismo. A lo largo de cuatro páginas de su manual, este autor pasa revista a las distintas comidas del día y los diversos alimentos que se toman en España y en Francia, señalando algunas diferencias (por ejemplo el cocido español y el francés, la presencia en Francia de carnicerías de carne de caballo). Previene contra el abuso de la carne que provoca varias enfermedades, señalando que la carne comida casi cruda es peligrosa y que hay que prepararla cocida o asada. Guzmán Martínez (1953) reserva esta observación para la carne de cerdo que se debe comer muy hecha si no queremos exponernos a enfermedades serias (solitaria, triquinosis) producidas por gusanos presentes en la carne de cerdo. Ugarte Blasco recomienda las legumbres que no provocan tantas intoxicaciones como la carne o el pescado. En general se considera más sana la preparación de los alimentos al natural, sin salsas o cualquier condimento. La fruta es muy sana, excepto cuando está verde porque provoca indigestiones o cólicos. Ugarte Blasco recalca que "las frutas de España son las más excelentes" (1927). Cita como alimento nutritivo la leche, parte integrante de muchos platos y postres y base de una industria muy importante -la fabricación del queso-  que empieza a tener en España considerable desarrollo. Mirmán (1948) a su vez insiste en la manera de comer: lentamente, masticando bien, evitando las comilonas que siempre son nefastas así como el exceso de especias, y respetando un horario determinado. En cuanto el hambre se ha saciado, hay que dejar de comer.

Dentro del campo de la alimentación, un tema abordado por muchos autores es la bebida. Naturalmente lo que se aconseja es el agua pura, aunque conviene no tomarla demasiado fría cuando hace mucho calor pues puede perjudicar, declara Pécaut en una lectura presentada por Mirmán  (1948). El vino, bebido con moderación, no es malo pero hay que tener sumo cuidado en no abusar y es mucho mejor que los niños se abstengan de probarlo. El té y el café ayudan a la digestión, pero como son excitantes, Mirmán no los recomienda para los menores. En cuanto al aguardiente, es peligroso, sobre todo tomado en ayunas. Perrier (1939) opina lo mismo; en un ejercicio de traducción inversa, propone la siguiente frase: "El desayuno por medio del alcohol es mortal para el hombre". Cualquier medio es bueno para criticar el alcohol: lectura, conversación bajo forma de preguntas e, incluso, ejercicios gramaticales, del tipo: colocar pronombres personales en  "Si on vous dit que l'alcool est sans danger, n'... croyez rien. L'alcool mine la santé, réfléchissez... [...] L'alcoolisme est un vice horrible, vous saurez vous ... préserver" (Mirmán, 1941). Como ya lo señalaba Monfort (1815), el vino hace correr el riesgo de arruinar la salud y de perder "les bonnes moeurs". Ugarte Blasco es uno de los que se oponen con más violencia al consumo de alcohol. El estímulo que proporciona el alcohol, nos dice, no es más que momentáneo, le sigue enseguida un estado de entorpecimiento y debilitamiento de las facultades físicas y mentales. Además agrava las enfermedades, es causa de algunas específicas y hace que las intervenciones quirúrgicas sean más peligrosas. Termina con estas palabras: "L'alcool engendre la folie, L'alcool amène une décrépitude hâtive. L'alcool se fait le pourvoyeur du vice. L'alcool hâte la mort" (Ugarte Blasco, 1927). Unos años antes, Gogorza (1915) ya señalaba la funesta influencia del alcohol sobre el hombre: compromete la salud, acorta la vida, aniquila la voluntad, destruye la inteligencia y la razón llevando al hombre a la locura. Su sentido moral queda perturbado, lo que le lleva al crimen o al suicidio. No sólo el que bebe queda degradado, sino la familia, la raza y el país entero. El alcohol asegura una población numerosa para hospitales, cárceles y presidios. El hecho de que encontremos tantas diatribas de este tipo en manuales destinados, en un principio, a adolescentes llama la atención. Otro vicio censurado por Gogorza (1915), en un texto según el doctor A. Riant, es el uso del tabaco desde el punto de vista higiénico. Fumado, el tabaco produce vértigo, nauseas, palpitaciones. Perjudica el estómago dificultando la digestión por la pérdida de saliva rechazada por el fumador y también por la ingestión del humo tragado. Irrita los ojos debilitando así la vista, congestiona el pecho, perjudica los dientes que se vuelven negros. Incluso si se fuma con pipa, los dientes se desgastan más aún y se pueden producir tumores malignos en la boca y en los labios. Tomado por la nariz, no encontramos más que inconvenientes.  La higiene no  sólo abarca el cuidado del cuerpo, su limpieza y su alimentación, sino que también se tiene que reflejar en la vivienda. Ugarte Blasco (1927) aborda el tema de la limpieza y el mantenimiento higiénico de la casa. Pasa revista a todas las clases de escobas existentes (de junco, paja, brezo, crin, grama) cada una destinada a un determinado suelo, explicando lo que hacen las muchachas escrupulosas para no levantar polvo al barrer. El invento de los diferentes aparatos mecánicos que conducen a la actual aspiradora le parece una maravilla higiénica ya que vale no sólo para los suelos, sino también para las paredes, los cuadros, la ropa. En cuanto a fregar los suelos, cita las rodillas, para los baños y bañeras, la esponja, para el polvo de los muebles, los trapos o plumeros. El problema de la basura queda resuelto con los basureros que se llevan los desechos al campo para que se transformen en abono e incluso, en algunas ciudades, con el servicio municipal de limpieza que se encarga de las basuras conforme a las leyes de higiene. Estas lecciones de Ugarte se destinan a alumnos que comienzan un segundo curso de bachillerato y de lengua francesa. Hay que decir que estos detalles de limpieza de la casa no debía entusiasmar al alumnado de la época, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría de los que frecuentaban los centros de segunda enseñanza eran chicos.

Como puede verse, el manual de francés es el reflejo de las inquietudes de cada época. Los importantes avances científicos y médicos que tuvieron lugar en el siglo XIX y principios del XX fueron repercutiendo en las preocupaciones por la higiene y la salud. El manual de francés se hace eco del contenido de otras asignaturas introduciendo, mediante textos de lectura, conversaciones, ejemplos gramaticales, las nociones procedentes de disciplinas ajenas a la enseñanza del francés propiamente dicha. Para muchos autores, la higiene no se limita a conservar la salud del cuerpo, se extiende también a la salud intelectual y moral (mens sana in corpore sano). Durante el franquismo, la higiene queda reflejada en muchos textos como un deber sagrado "puesto  que el cuerpo es el receptáculo de Dios".

Denise Fischer Hubert

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