Universitat Rovira i Virgili

Tornar

Diccionario de historia de la enseñanza del francés en España (siglos XVI-XX)

DUPUY, PAUL [PABLO] (Francia, ¿finales del s. XVIII? – ¿Barcelona?, ¿mediados del siglo XIX?)

Se tienen pocos datos biográficos de este autor de quien dice Denise Fischer (2009: 150) que no figura en ningún catálogo de librería ni en cualquier otro índice bibliográfico. En cualquier caso se sabe que este francés que se presenta en la portada de su libro como "Bachiller en Bellas Letras y maestro de francés" residió bastante tiempo en Barcelona  donde publicó un libro de 179 páginas con doble título en francés y en español: Abrégé élémentaire des différences les plus remarquables entre la France et l'Espagne, ou entretiens familiers entre un espagnol et un Français, sur les langues, les usages, les productions etc. de ces deux pays / Compendio elemental de las diferencias más notables entre Francia y España, o conversaciones familiares entre un español y un francés acerca de las lenguas, usos, producciones etc. de ambos países (Imprenta de J. Verdaguer, 1829). Unos años después, en 1836, el nombre de Dupuy aparece unido a la edición del Arte de hablar bien francés... de Chantreau, impresa en Barcelona en la imprenta de Francisco Oliva y que conocerá varias reediciones (1838, 1843, 1847). En la portada, tras el título se indica que se trata de una "Última edición, muy correcta, revisada y acondicionada por Mr. Dupuy". En la advertencia del editor que aparece en el libro se indica que Dupuy enseña en una academia y que utiliza para sus clases el método de Chantreau del que el editor subraya los méritos así como los del propio "Monsieur Dupuy", llevado sin duda por intereses comerciales en un momento en que varios editores publican otras reediciones del Chantreau, corregidas por diferentes profesores de francés (cf. Fischer, 2009: 150): "En nuestro concepto y en el de todos los inteligentes en la materia, es esta edición sumamente superior a todas las demás si se atiende a la brevedad, perfección y soltura con que los discipulos de Mr. Dupuis hablan el utilísimo idioma de los franceses". André Reboullet en un artículo de 1989 llama la atención sobre el interés de este libro, el único que se conoce de Dupuy, y lo compara no sin cierta ironía a un pterodáctilo, ese fósil en que el paso de una clase a otra se presenta con cierta vacilación, sin acabar de decidirse en su tránsito evolutivo. Para él el Abrégé  de Paul Dupuy presenta también características semejantes: un vestigio de los antiguos diálogos que anuncia para el lector contemporáneo lo que hoy en día se conoce como libros de civilización (Reboullet, 1989: 21).

El libro de Dupuy se caracteriza por un estudio contrastivo en que se subraya no sólo las diferencias lingúísticas de los españoles y los franceses sino también las diferencias culturales, a partir de los 28 temas de conversación propuestos, repartidos en 

cinco conjuntos temáticos: usos lingüísticos, juegos y ocio, necesidades diarias, entorno geográfico, sociedad. Pero a pesar de que el autor intenta mostrarse objetivo sin caer en la tentación de inclinar la balanza hacia una supuesta superioridad de la sociedad francesa, claramente embarcada en la época por los caminos de la "modernidad", no por ello consigue alcanzar un grado de objetividad suficiente, abusando de clichés acartonados que no acaban de convencer a un lector adulto bien informado. Pero el libro no iba dirigido precisamente a ese tipo de público, sino a niños y adolescentes a los que interesaban sobre todo aprender francés, aunque tampoco en este punto los objetivos lingüísticos y objetivos se acababan de cumplir, por lo que la comunicación oral tampoco funcionaba del todo y de ahí que los resultados pedagógicos podían acabar siendo frustrantes. Aunque también es cierto que la diversidad de temas estudiados hacía que el vocabulario de los usuarios del libro acabara por enriquecerse. En cualquier caso el libro de Dupuy hay que verlo como un curioso intento de comparatismo cultural que hoy día parece pasado de moda pero que pudo tener cierto sentido en el momento en que se publicó. E incluso en la actualidad liberando el libro de cierta hojarasca propia de la época podría llegar a cumplir una máxima que no pocos profesores de lenguas extranjeras han hecho suya, la que dice que para comunicar bien en una nueva lengua hay que dominar las referencias culturales (cf. Fischer, 2009: 162).

Juan F. García Bascuñana

Bibl.: