Universitat Rovira i Virgili

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Diccionario de historia de la enseñanza del francés en España (siglos XVI-XX)

REVISTA DE PEDAGOGÍA

Los artículos sobre la enseñanza de las lenguas vivas publicados en diversas revistas especializadas y en boletines de instituciones educativas suponen una importante fuente de información sobre el quehacer de dicha tarea en diversos periodos históricos. Es el caso de los artículos que, en esa línea, vieron la luz durante las tres primeras décadas del siglo XX en la Revista de Pedagogía. Dicha revista, creada y dirigida por Lorenzo Luzuriaga Medina con la ayuda de un plantel de expertos colaboradores, fue, en sus inicios, una de las publicaciones educativas españolas más vanguardistas del momento. En diversos números del año 1922 se hace referencia a los modelos educativos de Francia, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y del Instituto Francés en España. En el número 22 de la revista, correspondiente a octubre del año 1923, encontramos un artículo de Félix Martí Alpera, regente de la escuela práctica aneja a la Normal de Maestros de Barcelona, titulado "Cómo se enseña el idioma". Los recursos sugeridos en dicho artículo se enfocan también hacia la enseñanza de la lengua materna. En lo que se refiere al lenguaje escrito, el autor hace un comentario sobre los siguientes recursos: la copia: el más pasivo de todos. La redacción, siguiendo el siguiente proceso: el maestro cuenta una fábula o anécdota, un episodio infantil muy breve. A veces es un hecho real que los estudiantes conocen y que está al alcance de sus juicios. Los estudiantes lo repiten de palabra. A continuación lo expresan por escrito. Según este autor, el maestro debe hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué finalidad se propone con los trabajos de redacción?, ¿Qué es lo que el alumno debe saber sobre las aplicaciones del trabajo escrito?  Para Martí Alpera, la técnica del escritor debe estar marcada por los siguientes pasos: saber reflexionar rápidamente sobre un asunto; asociar a la idea fundamental del tema toda la información que posea; trazar un plan metódico de trabajo; desarrollarlo con claridad y sencillez; así mismo, para los muchachos mayores incluir temas morales. Este autor opina que se deben proponer también temas de imaginación, aunque son preferibles los de observación. Por último, en lo referente al dictado, este deberá acomodarse a la capacidad del aprendiz. El maestro leerá previamente el texto. No se trata de dictar mucho sino de dictar bien. Realizar el dictado activo, o sea, con palabras y vocabulario corriente. Para la corrección, Martí Alpera aconseja alternar la general o colectiva con la individual.

En el número 29, correspondiente a mayo de 1924, encontramos diversas informaciones sobre nuevos métodos de lectura utilizados en Estados Unidos, encaminados a motivar a los alumnos y evitar la tendencia a uniformar. Así las recomendaciones más importantes son las siguientes: Se lee la lección en silencio y luego se expone ante la clase. Cada alumno expone una parte, pero cada uno es responsable de toda la narración. El alumno selecciona lecturas que le gusten y las lee o explica a los otros. A su vez, en el número 54, correspondiente a junio de 1926, aparece un artículo de José Mallart, profesor del Instituto de Educación Profesional de Madrid, titulado "La enseñanza de las lenguas extranjeras en las escuelas profesionales". Para este autor el principal objetivo es proporcionar a los alumnos un instrumento que les ponga en relación directa con la producción profesional: leer publicaciones de su especialidad; Consultar libros; tomar parte en los congresos internacionales; sostener correspondencia con centros de investigación; facilitar una preparación lingüística que les incite a realizar viajes de estudios y estudiar en el país de la lengua que desean aprender. Prosigue José Mallart afirmando "todos sabemos cuán lejos estamos de ese objetivo". Opina que las causas deben buscarse en el poco tiempo dedicado a las lenguas modernas en los Planes de Estudio de las Escuelas Superiores españolas. Mallart aboga por la adopción de una enseñanza viva de la lengua, procurando las condiciones propias de necesidad de expresión, condiciones vivas, reales (no basarse en presentaciones abstractas): "Hay que distinguir entre la naturalidad de forma y la naturalidad de fondo en la enseñanza de las lenguas. [...] Para aprender bien el idioma hay que acostumbrase a servirse de él desde el primer momento con toda naturalidad". Otras recomendaciones que nos da el autor pueden resumirse en lo puntos siguientes: relacionar los ejercicios con los intereses del alumno y su futuro profesional; buscar elementos vivos en el aprendizaje de las lenguas; utilizar como material de clase: periódicos, revistas, relatos de viajes, expediciones científicas, etc.; procurar que el profesor sea un especialista en lenguaje que además tenga conocimientos relacionados con la profesión que estudia el alumno, o bien procurar una buena coordinación entre el especialista del idioma y el profesional. Por último, José Mallart deja bien claro que "el aprendizaje de un idioma ha de ser la adquisición de un instrumento y además la costumbre de manejarlo".  En ese mismo número del mes de junio de 1926 encontramos informaciones sobre el Instituto-Escuela de segunda enseñanza de Madrid que hacen referencia a la memoria publicada por la Junta para la Ampliación de Estudios en 1925

En el número 59, correspondiente a noviembre de 1926, año del cincuentenario de la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, se exalta la labor pionera de la ILE en la modernización pedagógica del país. A su vez, en el número 63, correspondiente a marzo de 1927, se hace referencia a los viajes de estudio al extranjero, resaltando la labor de la Junta para la Ampliación de Estudios. El número 79, publicado en julio de 1928, dedica una un breve escrito al estudio de los idiomas extranjeros, recordando a todos los profesores la conveniencia de estudiar un idioma y recalcando la importancia de leer obras pedagógicas en su versión original. Ese mismo año, en el número 82 de la revista, José Francisco Pastor, miembro del Centro de Estudios Históricos, habla de la importancia de las lenguas modernas. Explica la posibilidad de hacer un año de lectorado en Francia o Alemania, recordando que el lector es ayudante del profesor,  por lo que, mediante dicha labor, se realiza un contacto íntimo con la lengua y la cultura del país en cuestión. En el número 91 de julio de 1929, encontramos nuevamente referencias a viajes al extranjero.

Para terminar, el número 150, correspondiente a junio de 1934, contiene un interesante artículo de Samuel Gili Gaya, profesor del Instituto-Escuela de Madrid, titulado "Valor educativo del estudio de las lenguas vivas". En dicho artículo se expone que algunos pedagogos de Estados Unidos se han propuesto suprimir la enseñanza de las lenguas vivas, basándose en la poca eficacia de los resultados obtenidos. Dicho debate también se mantiene en Europa y en España. Gili Gaya manifiesta que se trata de buscar los métodos más eficaces, vistas las imperfecciones del Método Directo. Ahora bien, considera que la crítica a los métodos y la excesiva incertidumbre de los profesores de lenguas vivas no deben confundirse con el valor que tiene las mismas. La llamada "crisis de las lenguas vivas", según este profesor, debe solucionarse buscando la eficacia formativa.  El aprender una lengua extranjera es considerado por Gili Gaya un proceso que proporciona flexibilidad de pensamiento "en sí ya es un ejercicio intelectual que justificaría su enseñanza." Este autor sitúa el aprendizaje del lenguaje en el proceso evolutivo del niño, haciendo la distinción entre si se trata de una lengua materna o no. En su opinión, el fracaso del Método Directo fue el pretender imitar el proceso adquisitivo de la lengua materna. Aun reconociendo que los primeros pasos, consistentes en la adquisición de materiales en bruto -vocabulario, verbos, flexión pronominal y sonidos nuevos- necesitan memoria viva, el proceso intelectual adquisitivo es distinto según se trate de una lengua materna o una lengua extranjera. Gili Gaya concluye afirmando que el estudio de una lengua extranjera conduce, al que la aprende, a un poderoso perfeccionamiento espiritual, ejercicio de la mente y de la sensibilidad, además de su utilidad posterior.

María Inmaculada Rius Dalmau

Bibl.: